
El 3 de mayo, desde 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas y la UNESCO conmemoran el Día Mundial de la Libertad de Prensa, con el fin de reconocer la importancia de este derecho fundamental y rendir homenaje a quienes lo ejercen, muchas veces en contextos de alto riesgo. La libertad de prensa es un derecho fundamental que permite a las personas manifestar sus ideas, opiniones, creaciones y críticas sin temor a represalias, censura previa o restricciones arbitrarias.
Casos emblemáticos han marcado la lucha por la libertad de prensa como el caso de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, quien reveló información clave sobre violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Estados Unidos, en el contexto de las guerras de Irak y Afganistán. Luego de años de persecución, en 2024, el Consejo de Europa lo reconoció oficialmente como preso político tras su acuerdo con la justicia estadounidense. También conocido es el caso de Shireen Abu Akleh, periodista de Al Jazeera, quien fue asesinada mientras cubría una redada del ejército israelí en la Cisjordania ocupada. Su muerte provocó condenas internacionales y reavivó el debate sobre la seguridad de los periodistas en zonas de conflicto. En Ecuador, la memoria de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra sigue viva. El equipo periodístico del diario El Comercio fue secuestrado y asesinado por una disidencia de las FARC en 2018, mientras cubría atentados en la frontera norte del país, siendo que su caso evidenció la vulnerabilidad de los comunicadores en zonas de violencia y conflicto armado.
En Ecuador, este derecho está consagrado en el Artículo 18 de la Constitución, que garantiza a toda persona el derecho a buscar, recibir, intercambiar, producir y difundir información veraz, verificada, oportuna, contextualizada, plural y sin censura previa. Además, la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) refuerza este principio en su Artículo 17, al señalar que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión”, incluyendo la libertad de buscar, recibir y difundir información por cualquier medio.
Sin embargo, en el contexto del conflicto armado interno, la libertad de prensa se ha visto vulnerada al no existir actualmente garantías de seguridad para los periodistas que cubren en zonas de conflicto entre grupos de delincuencia organizada, por lo que existe una censura autoimpuesta que genera vacíos informativos dentro del país debido a este temor generalizado.
Además, la libertad de prensa no se reduce a marcos legales. En un contexto global donde las fake news y la desinformación retan a la credibilidad, los comunicadores ecuatorianos tienen el desafío de priorizar la ética y el rigor periodístico. Como bien señaló la Corte Constitucional en 2021, este derecho “no es absoluto”: debe coexistir con el respeto a la honra, la privacidad y los derechos colectivos.
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, recordamos que este principio no solo protege a los medios, sino a toda la ciudadanía. Desde las redes sociales hasta las aulas universitarias, cada espacio de diálogo es una oportunidad para construir democracia. Como lo expresan nuestros estudiantes, la comunicación es un acto político: exige escuchar al otro, amplificar a los invisibilizados y defender la verdad, incluso cuando incomoda.
Hoy, más que nunca, honrar la libertad de expresión significa comprometernos con un periodismo que no tema al poder, una academia que cuestione críticamente y una sociedad que valore el disenso como motor de progreso. He ahí el compromiso de que sigan formándose profesionales críticos y responsables con la profesión del periodismo.